Tras el rostro impasible y remoto de cada una de las esculturas egipcias se esconde el espíritu de un pueblo vivaz, humorista e intensamente práctico. Su cultura surgió con rapidez, floreció durante uno de los períodos más largos de que se tenga memoria y, de pronto, quedó petrificada. Dentro de un universo atemporal e ilógico, donde cada acontecimiento es sólo el resultado del capricho de los dioses, el egipcio se esfuerza en progresar, a pesar de negar expresamente todo progreso. Su historia, que no por ser lejana deja de ser importante para el hombre moderno, es el objeto de este libro.
El autor, profesor de egiptología en el Instituto Oriental de la Universidad de Chicago, no intenta seleccionar los hechos más importantes y establecer cronologías, sino hacer, a partir de esos hechos, una historia llena de sentido; no se interesa por las dinastías ni por ningún faraón en particular, sino por la fuerzas que actúan en la cultura egipcia. ¿Qué fue lo que permitió a la civilización del Nilo vivir cerca de dos mil años? ¿Por qué se petrificó? ¿Por qué abandonaron los egipcios su triunfal negación de la muerte por un fatalismo amargo y desesperado? Al contestar a estas preguntas, Wilson describe, con excepcional habilidad, la historia de un gran pueblo y nos da a conocer los aspectos más humanos de una de las más ricas civilizaciones antiguas.